sábado, 23 de septiembre de 2017

Más de 10 mil hectáreas serranas quemadas en menos de un mes

A ese número, corresponde sumar entre 700 y mil hectáreas más que acumulan decenas de otros incendios menores registrados durante este último mes muy complicado por las condiciones climáticas existentes.

por Fernando Colautti

No deja de llamar la atención y entre bomberos y técnicos ligados al Plan Provincial de Manejo del Fuego también se lo preguntan, sin tener respuestas únicas. Les cuesta creer que sea sólo casualidad. Pero los tres grandes incendios que se sucedieron este año en Córdoba parecen encadenados geográficamente, uno arriba del otro, recorriendo el límite entre el valle de Punilla y la región de Sierras Chicas. Los tres, además, ocurrieron en menos de un mes. En total, quemaron unas 10.700 hectáreas en 25 días.

El mapa que acompaña esta página evidencia esa situación. Elaborado por Nicolás Mari para el Inta, en base a imágenes satelitales de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), muestra los tres grandes incendios de las últimas semanas.

En la parte inferior, pegadas a la silueta del lago San Roque, se observan las 2.500 hectáreas quemadas a fines de agosto de la reserva natural militar ubicada entre La Calera, Malagueño y Villa Carlos Paz.

Luego, al medio, se suman las 3.700 hectáreas que se han estimado para el foco iniciado en los primeros días de septiembre cerca de Santa María de Punilla y que avanzó hasta llegar cerca de Cosquín al norte y de La Calera al sur.

Finalmente, en la parte superior del mapa, aparece el manchón correspondiente al más reciente foco, que entre el lunes y el jueves pasados quemó una superficie estimada en 4.500 hectáreas, con un fuego originado en los alrededores de Cosquín, que el viento hizo imparable y derivó hacia otras zonas del centro de Punilla y que traspasó hacia el este, atravesando el Camino del Cuadrado, ya en Sierras Chicas, para afectar hasta la reserva Vaquerías, en proximidades de Valle Hermoso.

Hubo decenas de incendios más en el último mes en Córdoba. Algunos de los que inquietaron fueron en Luyaba (Traslasierra), Avellaneda (Totoral) y San José de la Dormida (Tulumba), pero por lejos fueron aquellos tres en la misma región y en forma consecutiva los que mayor superficie quemaron. Sólo entre esos tres suman unas 10.700 hectáreas, según las primeras estimaciones extraoficiales.

A ese número, corresponde sumar entre 700 y mil hectáreas más que acumulan decenas de otros incendios menores registrados durante este último mes muy complicado por las condiciones climáticas existentes.

Entre enero y el 20 de agosto, habían sido sólo unas 1.500 las hectáreas bajo fuego. De ese modo, en lo que va de 2017, la superficie afectada roza ya las 13 mil hectáreas.

En 2016, 2015 y 2014 fueron entre 10 mil y 11 mil hectáreas, en los tres años con menos fuego de las ultimas dos décadas. 2013, en cambio, había sido de los peores, con 151 mil hectáreas arrasadas.

Algo más que prevenir los fuegos y apagar las llamas

Ante la urgencia, la atención se focaliza en sofocar el fuego. Sigue pendiente una mirada sobre cómo remediar los daños. Cómo “reverdecer” las sierras tras el fuego.

por Fernando Colautti

El fuego forma parte de la historia natural de Córdoba, por condiciones geográficas y climáticas. Pero la necesidad de controlarlo es cada vez más imperiosa. Una razón es que casi ya no hay regiones que no estén habitadas: la zona serrana, que representa los mayores riesgos de incendios forestales, es un ejemplo. Que haya gente genera más posibilidades de inicios de fuego pero también mayor urgencia para sofocarlos. La otra causa por la que urge evitar las llamas está vinculada a los daños económicos y ambientales que producen, en una provincia que ya no puede seguir perdiendo más bosques, suelos y biodiversidad.

Los incendios que complicaron a Córdoba en las tres últimas semanas han tenido un intenso seguimiento en estas páginas. Ya sin focos activos por estas horas, elegimos en esta edición reposicionar el tema en nuestro Primer plano con un balance que muestra la superficie afectada más el abordaje de un aspecto que genera menos atención cuando las urgencias mandan pero que es relevante: cómo remediar los daños ya causados, para recuperar bosques y ecosistemas afectados.

La estrategia oficial ya no debiera focalizarse sólo en cómo prevenir y apagar las llamas. También es necesaria, tras tanto impacto acumulado, una política que procure remediar lo dañado.

A la vez, valen unas líneas para enfocar la mirada de los incendios desde un perfil más humano. Las situaciones de emergencia suelen dejar ver, al mismo tiempo, lo que hombres y mujeres hacemos con ellas. Con el fuego, son humanas las actitudes negligentes o descuidadas que lo facilitan o que conspiran para su control. Pero también son profundamente humanas las lecciones de quienes se juegan para que las llamas no avancen.

Un caso en estos días muestra esa vocación de cuerpo entero. Gabriel Molina, jefe del cuartel de bomberos voluntarios de La Falda, está en tratamiento por un tumor de colon: debía evitar el estrés, pero pasó horas combatiendo el fuego que ardía en los cerros y metía miedo a su pueblo.

Fuentes:
Fernando Colautti, Más de 10 mil hectáreas serranas quemadas en menos de un mes, 23/09/17, La Voz del Interior. Consultado 23/09/17.
Fernando Colautti, Algo más que prevenir los fuegos y apagar las llamas, 23/09/17, La Voz del Interior. Consultado 23/09/17.

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